8 noviembre 2024
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El Desdoblamiento Espiritual en los Arcanos Mayores del Tarot

El Desdoblamiento Espiritual en los Arcanos Mayores del Tarot

¿Desarrollo espiritual en los Arcanos Mayores del Tarot? El Tarot es un lenguaje simbólico mediante el cual podemos comunicarnos con un nivel de conciencia distinto del cotidiano. Tarot proporciona la clave de una serie de capacidades humanas que no están limitadas por la percepción de los cinco sentidos físicos. Muy al contrario, estas misteriosas cartas ofrecen una forma de evaluar la dinámica de una situación que puede no estar fácilmente al alcance de la mente racional.

El Tarot, cuando se utiliza correctamente, cultiva la intuición, despertando los poderes arquetípicos de las esferas superiores al extraerlos de las profundidades de la mente humana. Mediante el uso inteligente de este sistema, podemos descubrir más sobre nosotros mismos y más sobre el Universo, ya que la secuencia de veintidós imágenes entrelazadas revela el funcionamiento interno de la mente humana, así como lo que podríamos llamar la mente Universal, o Logos.

Estas cartas nos devuelven a nuestras raíces psicológicas, revelándonos cómo las fuerzas activadas en nuestro interior florecen en los acontecimientos y desarrollos de nuestra vida. Aislar los elementos de nuestra vida en arquetipos nos permite verlos en su forma pura, como aspectos de la verdad psicológica. A partir de ahí, podemos ver cómo, misteriosamente, el propio Universo funciona según esos mismos patrones psicológicos.

El viaje espiritual

Cuando se toman como una secuencia, los triunfos de los Arcanos Mayores muestran una trayectoria de desarrollo espiritual, iluminación o individuación: un viaje hacia la totalidad, en el que cada triunfo representa un aspecto de la psique humana que debe equilibrarse y reconciliarse en la unidad y totalidad de un ser individuado o iluminado.

Hay muchas formas de analizar los Arcanos Mayores. Mucha gente considera los Arcanos Mayores como una secuencia de pares, en la que cada carta complementa o «casa» con la carta precedente para crear la carta siguiente. Podemos ver esto como la alternancia del yin y el yang, o de lo activo y lo receptivo, que en última instancia da como resultado la totalidad completa de la bailarina del Mundo.

Otra forma de desglosar el camino de desarrollo espiritual de los Arcanos Mayores es dividir la secuencia en tercios, que se correlacionan con la Autoconciencia, la Subconciencia y la Superconciencia.

Autoconciencia

Los triunfos I a VII están relacionados con la Autoconciencia, es decir, con el ámbito de la vida social y física ordinaria y el mundo exterior. Es el ámbito de la persona, por así decirlo: el hombre como ocupante activo de un determinado papel en la sociedad, preocupado por cosas como el amor, la educación, la carrera y el estatus social. Muchas personas viven toda su vida preocupadas únicamente por estos aspectos más o menos materiales, sin indagar en los misterios más profundos del alma humana.

Subconsciencia

Los triunfos VIII – XIV se correlacionan con el subconsciente, o la búsqueda interior. En los textos antiguos, este reino se representa como el viaje a través del inframundo o la noche oscura del alma: la búsqueda de la respuesta a ¿quién soy realmente?

Muchos de nosotros nos vemos impulsados a esta búsqueda por acontecimientos dramáticos en el plano de la Autoconciencia que destrozan nuestra autoconcepción. La agitación radical o el cambio inesperado nos hacen dolorosamente conscientes de lo tenue que es realmente nuestro sentido de la identidad. Los cambios repentinos de carrera, los trastornos en las relaciones, las aflicciones por la salud, sumergen nuestras vidas en el caos y descubrimos que los cimientos en los que nos habíamos apoyado eran bastante superficiales.

Este conjunto de cartas indica el proceso de muerte y renacimiento espiritual; toda la «madera muerta» de la personalidad se quema, y sólo nos quedan las partes de nosotros mismos que nos pertenecen de verdad. Habiendo captado algún destello de nuestro verdadero yo, podemos volver al mundo superior de la vida y reincorporarnos a la sociedad, más conscientemente definidos y menos arbitrariamente esculpidos.

Superconciencia

El conjunto final de triunfos XV – XXII revela el plano de la Superconciencia, las fuerzas últimas del Universo con las que, en esta última etapa del viaje espiritual, el individuo se hace uno.

Éste es el reino de lo eterno que proporciona el trasfondo del mundo efímero de los cinco sentidos e incluso de la identidad integrada o exaltada del individuo. En este estadio, uno se identifica con aquellas partes de sí mismo que son eternas.

Los cuatro elementos

Otra forma de dividir la secuencia de los Arcanos Mayores es en cuartos, dejando aparte al Loco y al Mago, las mitades complementarias a partir de las cuales evoluciona toda la baraja. De este modo podemos integrar los Arcanos Mayores con los cuatro palos de los Arcanos Menores, que reflejan los cuatro elementos del mundo antiguo: Fuego (Bastos), Aire (Espadas), Agua (Copas) y Tierra (Pentáculos).

Estos Cuatro Trajes o Cuatro Elementos son los bloques de construcción de la vida. Aplicados a la mente humana, se correlacionan con las funciones de Jung de Intuición, Intelecto, Sentimiento y Sensación. Y, aplicados al ser humano en su conjunto, se correlacionan con Espíritu, Mente, Corazón y Cuerpo. Aplicadas a la sociedad, se correlacionan con los diversos intereses de la actividad organizativa (Bastos); la justicia y la ley (Espadas); el amor y el placer (Copas) y las finanzas, la propiedad y la existencia manifestada (Pentáculos). Se relacionan con las cuatro virtudes cardinales de la Fuerza, la Justicia, la Templanza y la Prudencia.

Se entiende que las cartas de los Arcanos Menores representan el mundo mundano y la actividad prosaica, mientras que los veintidós triunfos son principios mayores o arquetipos que afectan y controlan estas actividades «entre bastidores». De este modo, cada palo tiene una carta regente en los Arcanos Mayores que representa la virtud cardinal del elemento. Estas cuatro cartas rigen también las 16 cartas restantes de los Arcanos Mayores, dividiendo la secuencia en cuartos.

Fuerza

La Carta de la Fuerza rige el palo de Bastos, y los triunfos II – V. Estos cuatro primeros triunfos de los Arcanos Mayores representan principios de poder: poder espiritual o interior, en el caso de la Suma Sacerdotisa y el Hierofante, y poder físico o exterior, en el caso del Emperador y la Emperatriz.

Justicia

La Justicia rige el palo de Espadas y los triunfos XII, XIII, XV y XVI. Este conjunto bastante intimidatorio del Diablo, la Torre iluminada, la Muerte y el Ahorcado indican algo de la severidad que nos mantiene en el camino recto y estrecho.

La justicia, como el filo de una espada, es definitiva, no subjetiva. Hay una forma correcta y una forma incorrecta de comportarse en la vida, y las experiencias que representan estas cartas, aunque a veces desagradables, pueden servir para aclarar nuestro sentido de la orientación, la dirección, la identidad y el propósito de formas que nunca lo harán la autocomplacencia y la autoindulgencia.

Templanza

La Templanza rige el palo de Copas y los triunfos VI, VII, IX y X. Estos triunfos representan las condiciones más felices de la vida humana: Amor, Victoria, Sabiduría y Fortuna. Como el ángel de la carta de la Templanza, que sostiene dos copas, si queremos mantener cualquiera de estos estados, necesitamos equilibrio.

Prudencia

La última virtud, la Prudencia, es la carta del Mundo: la bailarina hermafrodita en equilibrio entre los cuatro principios o elementos.

La carta del Mundo rige el palo de los Pentáculos, así como el Juicio, la Estrella, la Luna y el Sol. Estas cartas representan clasificaciones de la sabiduría antigua: Celeste, Celestial, Sub-lunar y Solar, y de este modo son ellas mismas recapitulaciones de los Elementos, correlacionadas con el Espíritu, la Mente, el Corazón y el Cuerpo.

La bailarina cuelga en dichosa suspensión, en el estadio más elevado del desarrollo espiritual, perfectamente equilibrada entre las cuatro fuerzas primordiales. La paradoja que representa esta carta es que sólo en el plano «más bajo» de la Tierra podemos consagrar y hacer realidad lo que es celestial o espiritual. Sin obras y hechos manifiestos, la iluminación espiritual es intrascendente.