8 noviembre 2024
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El uso mágico del sonido

El uso mágico del sonido

Todo en este mundo es vibración.
Aunque esta verdad puede no ser inmediatamente relacionable en lo que se refiere a ti, o a tu perro, o al edificio en el que vives, es mucho más evidente cuando se trata del sonido.
Cuando los objetos de una mesa se estremecen con un bajo retumbante, o cuando presionamos con un dedo nuestras cuerdas vocales, tenemos una experiencia directa del sonido como una serie de vibraciones que se establecen en la materia. No todas estas vibraciones son audibles para el oído humano, que sólo puede recibirlas dentro de ciertos límites bastante definidos.
La mayoría de la gente no puede oír el grito supersónico de un murciélago, por ejemplo, y muchos sienten más que oyen las notas más graves de un órgano de tubos.
La intensidad del sonido se mide en decibelios, y existe un umbral de éstos a partir del cual el nivel de sonido se vuelve peligroso para el sistema energético humano.
De hecho, las condiciones de algunas de nuestras ciudades más grandes se acercan mucho a esta línea de peligro y a veces la superan; sin embargo, aunque a muchos de nosotros este ruido nos perturba a nivel físico o mental, no tenemos en cuenta el impacto mucho mayor de esta perturbación que se está produciendo en los niveles sutiles de nuestras células.
Es importante darse cuenta de que, aunque oímos el sonido mediante los oídos, en realidad estamos bañados en el mar de la vibración que es el sonido todo el tiempo, incluso cuando nuestros oídos o nuestras mentes no lo registran.
El sonido que golpea en nuestros tímpanos es sólo una pequeña parte de la vibración sonora real, y es esta parte mayor la que golpea tanto en el propio cuerpo como en las superficies circundantes.
Para una persona normal, esto puede parecer insignificante, pero para el mago, que comprende que todo está hecho de vibración y energía, es una consideración muy importante.

Curación por el sonido

El sonido no sólo viaja por el aire, sino que también se transmite a través del agua, la tierra y todas las sustancias materiales, como han descubierto los científicos mediante investigaciones del fondo del océano y las profundidades de las cavernas minerales de la tierra.
Por esta razón, el sonido puede utilizarse como herramienta curativa, ya que penetra en el cuerpo humano con gran facilidad.
Los baños de sonido -que utilizan frecuencias sonoras como medicina para equilibrar y curar el cuerpo- se remontan a la antigüedad.
En un baño de sonido nos sumergimos en las frecuencias de potentes instrumentos curativos, como cuencos tibetanos o gongs, permitiendo que la reverberación de estos tonos cuidadosamente elegidos penetre en nuestras células, tejidos, músculos y huesos.
Nuestras células responden inmediatamente a los cambios en el campo magnético de la habitación cuando se introduce dicho sonido, y esto cataliza cambios en nuestro sistema nervioso, estado emocional y cuerpos físicos.
Este fenómeno se produce por inducción. Si pulsas y mantienes pulsada la tecla de un piano con la suficiente suavidad como para que no suene, y luego pulsas simultáneamente otra tecla, la primera sonará en la misma nota que la segunda, aunque estén separadas por octavas.
Esto es la inducción.
Cuando se crea una oportunidad, una vibración se arrastra a otra, de modo que ambas reverberan en la misma frecuencia.
Esto se aplica no sólo a los instrumentos, sino a cualquier cosa, ya que todo es vibración.
Al igual que los instrumentos musicales pueden desafinarse con el uso, nuestro cuerpo también puede perder la armonía vibratoria.
En este caso, podemos utilizar la potente frecuencia coherente de un cuenco tibetano o un gong para sintonizarlos.
Se sabe que la práctica holística de la terapia del sonido hace maravillas con diversas dolencias, como el insomnio, la ansiedad, las molestias de la menopausia y el dolor crónico.
Esto se debe a que el cuerpo se recalibra por la afluencia del sonido, cuyo patrón vibratorio adopta y refleja internamente, de modo que se restablece el equilibrio.

Nombres y palabras mágicos

En todas las épocas y en todas las partes del mundo encontramos la idea de que hay ciertos nombres y palabras que poseen un poder mágico.
Era una antigua enseñanza mistérica que Dios hablaba y los mundos se convertían.
Un ejemplo de ello se encuentra en el Antiguo Testamento, cuando Dios da existencia a la creación nombrando cada aspecto y llamándolo bueno.
A continuación, el creador da un nombre al primer hombre y luego ese primer hombre da un nombre a la primera mujer.
Todos los animales también son llevados ante Adán y cualquiera que fuera el nombre que les pusiera, ése era su nombre; esta ceremonia de nombramiento era parte integrante de su propia creación.
En el folklore de muchas naciones se encuentra el uso de Palabras de Poder para encantamientos y hechizos.
Muchas historias hablan de grandes cambios en la fortuna -ya sea para bien o para mal- como resultado de la pronunciación de ciertas palabras mágicas.
Tales palabras van desde el «abracadabra» al «ábrete sésamo», pasando por la invocación de María o Jesús, un conjuro mal pronunciado o un nombre crítico mal recordado.
Los gnósticos hacían mucho hincapié en la eficacia de los nombres y los sonidos, pues creían que en el misterio de un nombre se efectuaba la deificación, la regeneración o la absolución de un hombre.
En las tradiciones nativas americanas, tras ciertas experiencias cruciales en la vida, como una gran victoria en la batalla o una profunda visión mística, se cambiaba el nombre de un individuo para reconocer y reforzar un cambio existencial en el ser.
Se entiende que los nombres tienen un poder mágico en estas tradiciones, así como en las antiguas tradiciones herméticas; un mago tenía un nombre especial y secreto que sólo se utilizaba en entornos ceremoniales, cuya invocación hacía surgir una personalidad mágica, totalmente separada de su personalidad cotidiana, con poderes distintos e inefables.

Incantaciones

En Oriente se ha construido un enorme sistema filosófico basado en la noción de Palabras de Poder, que se conoce como Mantra Yoga.
Se entendía que la recitación de ciertas palabras inducía a la exaltación de la conciencia y a la iluminación, casi como si la propia palabra fuera la llave de una puerta que abre mundos superiores.
El valor de las Palabras y Nombres de poder depende, en primer lugar, de su propio poder intrínseco como formas vibratorias de energía.
Por su correspondencia con determinadas fuerzas cósmicas, ciertas palabras actúan como medios por los que estas fuerzas pueden afectar a los niveles físicos.
La propia palabra «Isis», por ejemplo, tiene en sus reverberaciones la esencia misma de la diosa Isis, y ella misma es traída a la sala en la invocación cuando se pronuncia este Nombre.
El poder de estas palabras se amplifica si se almacena una carga psíquica en las formas-pensamiento que están vinculadas a ellas.
Para maximizar el poder de ciertas palabras mágicas, se puede pasar algún tiempo meditando sobre esta palabra mientras se teje una red mental de conceptos, ideas, colores, sonidos, olores o imágenes asociados a ella.
Cuanto más consciente sea uno de los atributos de la energía que está invocando mediante el sonido, mayor será la cantidad de esta energía que se invoque al pronunciar la palabra o al cantar el conjuro.