Un talismán es un objeto dotado de poderes mágicos.
La palabra talismán tiene su origen en la palabra griega «teleo», que significa consagrar.
Mediante un proceso de consagración, un objeto ordinario puede transformarse en vehículo de fuerzas magnéticas que provocan cambios según el deseo o la voluntad de cada uno. Se pueden hacer talismanes para todo tipo de cosas: para protegerse de las fuerzas del mal o de la desgracia, conseguir dinero, atraer la buena suerte, recuperar bienes perdidos, influir en la gente, obtener conocimientos, atraer el amor, aumentar el carisma y muchas cosas más.
Magnetismo y Magia
Un objeto que se va a utilizar como talismán se purifica primero para que se destierren de él los magnetismos mezclados que ha recogido en sus viajes.
Luego, mediante la voluntad y el pensamiento concentrado, se vierte en él una nueva carga de energía viva, que se almacena en el material.
Cualquier persona que lleve el talismán se verá afectada por él y sintonizará con su vibración; tenderá a sentir pensar y actuar de acuerdo con la intención del creador del talismán.
Esta implantación de una especie de «mensaje» vibracional se produce a través del aura del objeto.
El aura -el subplano energético del mundo físico- es un campo electromagnético formado por una sustancia etérica conocida como Akasha o luz astral.
Esta sustancia es la materia prima de la magia y constituye un punto de contacto entre la mente y la materia.
Toda forma manifestada tiene cierto grado de akasha, unas más y otras menos, y este akasha es el transmisor de los mensajes de la mente.
El akasha es moldeado primero por las emociones del ocultista; a su vez, influirá en los demás subplanos etéricos, como la luz, el calor y la electricidad.
A continuación, estas fuerzas influyen en la materia densa, atrayendo energías simpáticas y repeliendo energías incompatibles, según la finalidad que se le haya dado mediante el «mensaje» transmitido a través del akasha.
Las personas, objetos y situaciones que armonicen con la energía del talismán serán atraídos a su campo, mientras que los incompatibles con su propósito serán repelidos o bloqueados.
Para crear un talismán, hay que estar en un estado emocional muy elevado -tener el corazón inflamado por la oración, en palabras de los alquimistas-.
Para que este objeto ordinario se convierta en sacramental -es decir, en «el signo exterior y visible de una gracia interior y espiritual»-, el que fabrica el talismán debe elevar su corazón y su mente al concepto más elevado que pueda alcanzar mentalmente y allí, durante un breve instante, darse cuenta de la virtud concreta para la que se está fabricando el talismán.
A menudo, con este fin, se hacen invocaciones a ciertas deidades, santos o espíritus que representan o encarnan la virtud concreta que el talismán está diseñado para ayudar a inspirar en su hacedor.
Cuando un mago está cargando un talismán, puede, por ejemplo, recitar los nombres de santos que en sus días terrenales fueron los canales de la fuerza divina con la que desea infundir el objeto.
Nombrarlos con intención le vincula con su rastro psico-magnético en la luz astral; o, en términos junguianos, permite que el arquetipo cobre vida dentro de lo humano.
Al ser invocadas con éxito, estas conciencias angélicas o exaltadas golpean con un destello momentáneo la conciencia del mago que está cargando el objeto.
El talismán estará ahora vinculado a través de la mente con el poder divino que está destinado a evocar, así como con el creador del talismán.
Material mágico
Cuando el ocultista realiza operaciones en el plano físico, trabaja con el cuerpo etérico o aura, no con la materia densa.
Por tanto, los objetos o sustancias materiales se eligen únicamente en función del elemento etérico de su composición.
Algunas sustancias son más «etéricas» que otras.
Los cristales, por ejemplo, se consideran las sustancias físicas más mágicas porque contienen la mayor cantidad de akasha que cualquier otro objeto inanimado. Los metales puros son igualmente poderosos, mientras que las aleaciones o cualquier sustancia compuesta son prácticamente inútiles desde el punto de vista oculto, porque su doble etérico no forma un todo cohesivo, sino que es de dos tipos de vibración.
Por esta razón, los antiguos construían sus amuletos y amuletos con cristales altamente refractivos y metales puros sin alear.
Que su fe en estas sustancias no era pura superstición lo demuestra el hecho de que los electricistas actuales también necesitan metales puros sin alear en baterías y circuitos.
Del mismo modo, los cristales son parte integrante de radios, ordenadores, teléfonos inteligentes, relojes y láseres.
Estas sustancias se utilizan por su capacidad superior y única de transportar y transmitir los mensajes vibratorios de las corrientes electromagnéticas.
Existen ciertos sistemas de correspondencias que también se utilizan para seleccionar el material más compatible con la naturaleza de la fuerza en cuestión.
Por ejemplo, si nuestro objetivo fuera inspirar poder marcial o energía en el deporte, podríamos elegir el hierro o el acero, ya que es el metal asociado a Marte.
En cambio, si deseáramos aliviar la tensión emocional, podríamos elegir el cobre, que es el metal de Venus.
El agua es una sustancia talismánica muy poderosa porque es muy receptiva, aunque debe utilizarse inmediatamente para su propósito mágico, porque pierde rápidamente las cargas.
El papel, el aceite y la arcilla mantienen poderosamente el magnetismo, mientras que la seda y el cristal son sustancias malas.
De hecho, la seda se utiliza a menudo para envolver un talismán terminado, con el fin de conservar su carga.
El mejor talismán es el que fabricas para ti mismo, y ello porque una atención sostenida sobre él transmitirá tu mensaje a través del akasha de forma más impactante.
Cuanto más tiempo dediques a fabricar cuidadosamente este objeto, seleccionando deliberadamente la sustancia, contemplando su finalidad, meditando sobre guardianes, deidades o símbolos de su significado, más poderoso será su efecto cuando finalmente sea consagrado.
Una vez cargado un talismán, queda vinculado a quien lo ha cargado y es necesario romper este vínculo psíquico si el operador no desea que siga vinculado.
Cada talismán es personal de aquél para quien se hizo y, por tanto, no puede pasarse sin más a otra persona que sufra problemas similares.
Los talismanes de segunda mano pueden causar muchos problemas, pues por muy parecidos que dos personas consideren sus problemas, sus diagnósticos pueden ser totalmente distintos.
Si crees que has completado un ciclo de tiempo con un talismán, puedes enterrarlo, colocarlo en agua en movimiento o quemarlo completamente en una hoguera, todo lo cual desimantará el objeto y completará vuestro contrato espiritual mutuo.
Mary West is a metaphysician, writer, astrologer, and Magician. She teaches her students how to work with astral energy to enhance personal power, growth, productivity, and illumination.