22 noviembre 2024
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Cómo pueden guiarnos por la vida los espíritus de la naturaleza

Cómo pueden guiarnos por la vida los espíritus de la naturaleza

Los Espíritus de la Naturaleza pueden considerarse esencias de la Madre Tierra.
Son seres energéticos terrestres, considerados parte del orden angélico, que trabajan en distintas dimensiones para mantener la Tierra en equilibrio.

Existe una gran variedad de Espíritus de la Naturaleza, cada uno con un carácter y una finalidad diferentes.
Viven en los árboles, el agua, las cuevas, los campos, los lugares sagrados e incluso dentro de nuestras propias casas.
Estos espíritus tienen personalidades, afinidades y códigos de conducta diferentes.
Algunos espíritus son conocidos por ser ayudantes benévolos de los seres humanos, mientras que a otros les gusta ser engañosos y gastar bromas.

 

El Reino Astral

Las hadas viven entre las flores.
Son ayudantes benévolos a los que les gusta sembrar armonía y belleza.
Las hadas se sienten atraídas por los niños, y a menudo se revelan a ellos mientras se ocultan a los adultos. Los Silvanos son duendes del bosque, famosos en el Reino Unido. Los devas son una orden superior de seres angélicos que se ocupan especialmente de los acontecimientos del planeta Tierra.
Se dice que los Devas de Roca y Piedra poseen las claves de la profecía, la magia y la sabiduría oculta.
Los Devas de Cristal ayudan a enseñar los poderes curativos de la magia de cristal, mientras que los Devas de Flor imparten sabiduría sobre las propiedades curativas de las plantas.

Los duendecillos son gnomos con alas a los que les encantan las travesuras.
Son terrestres, mientras que las Náyades y las Ninfas son criaturas similares que se encuentran cerca y dentro de fuentes de agua como ríos, manantiales, lagos, estanques y pozos.
Las Sirenas son ninfas de agua salada que nadan en los océanos. Las dríades son espíritus que viven en los árboles y sólo abandonan su hogar durante breves periodos de tiempo por la noche.
Las dríades poseen fuertes energías que son muy perceptibles para los seres humanos.
Puedes sentir escalofríos al caminar por un bosque oscuro de noche, lo que indica que hay una dríada incompatible cerca.
Otra posibilidad es que te sientas atraído a sentarte bajo un árbol o incluso a abrazarlo, señal de que tienes afinidad con la dríade que lo habita. Los Elementales son las esencias espirituales de los cuatro elementos.
Estas energías conscientes preceden a la manifestación física de la Tierra, el Aire, el Fuego y el Agua, y existen en la cuarta dimensión.
Se les conoce como Gnomos, Silfos, Salamandras y Ondinas. Los gnomos son los espíritus de la Tierra, correspondientes al arcángel Uriel, y su color es el verde.
Típicamente representados como ancianitos, los gnomos ayudan a crear la naturaleza colorida de la que disfrutamos a través de las hojas cambiantes, las piedras picarescas, los cristales brillantes y los metales pesados.
Mantienen el equilibrio de la tierra y son los custodios de sus ciclos.
Los gnomos son terrestres y algo intratables, aunque se les puede complacer suplicándoles con regalos.
Como administradores de la tierra, los Gnomos nos suministran el alimento que sustenta nuestro cuerpo, incluidas todas las vitaminas y minerales que proceden de las plantas de la naturaleza.
De este modo, el cuerpo físico es también dominio de los Gnomos, por lo que cualquier maltrato del cuerpo se considera una ofensa para estos elementales.
A los gnomos les preocupan los logros, el trabajo duro, el valor duradero y el compromiso con la transformación tangible. Los silfos son los espíritus del aire, correspondientes al Arcángel Rafael, y su color es el amarillo.
Los silfos son los guardianes de los cielos y los vientos.
También se asocian con la mente y la guía espiritual.
A los silfos se les asignan humanos concretos para que les ayuden, les inspiren y les llamen hacia la luz.
Nos ayudan a recibir epifanías, a leer señales y a avanzar hacia nuestro propósito más elevado.
Nuestros patrones de pensamiento afectan a los Silfos, creando una atmósfera en torno a nosotros que es edificante o enturbiadora.
La queja crónica, el pesimismo, el habla descuidada o el pensamiento confuso se consideran una ofensa para estos seres.
Los Silfos nos ayudan a cultivar la transparencia, la claridad, la armonía, el equilibrio, el desapego y la objetividad.

Las salamandras son los espíritus del fuego, correspondientes al arcángel Miguel, y su color es el rojo.
Están presentes en cualquier lugar donde haya calor, transformación y movimiento dinámico.
Las salamandras ayudan a la circulación, la temperatura y el metabolismo dentro del cuerpo, y están asociadas con la sangre.
Ningún fuego, real o metafórico, se pone en marcha sin Salamandras.
Estas energías nos ayudan a motivarnos, a ir tras lo que queremos, a derribar lo viejo y construir lo nuevo.
Aunque esta fuerza está en la raíz de cualquier actividad significativa, no se controla fácilmente y debe utilizarse con cuidado.
El movimiento descontrolado, como el fuego descontrolado, puede ser devastadoramente destructivo. Las ondinas son los espíritus del agua, correspondientes al arcángel Gabriel, y su color es el azul.
Las ondinas se encuentran cerca de cualquier fuente natural de agua y a menudo se las representa como sauces, largas, ágiles y fluidas.
Corresponden a todos los fluidos del cuerpo, y nutren las emociones, la intuición psíquica, la sensualidad y la sensibilidad empática.
Las ondinas trabajan con nosotros a través de nuestros sueños, y están ahí para guiarnos cuando tenemos experiencias extracorpóreas.
Nos ayudan a sentir más profundamente nuestras emociones y a enamorarnos.
Aunque las experiencias de esta energía pueden ser de las más bellas y profundas, esta energía también es propensa al engaño, la confusión y la desorientación.
Podemos entender a los Elementales, y a todos los Espíritus de la Naturaleza, como criaturas reales con cuerpos y actividades; alternativamente, podemos entenderlos como los patrones energéticos de la propia Naturaleza.
En cualquier caso, estas clasificaciones nos ayudan a reconocer las distintas tendencias de movimiento que prevalecen en nuestro mundo y, por extensión, en nuestra propia psique.