22 diciembre 2024
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Ciclo de nueve años

Ciclo de nueve años

Dentro del Ciclo de Nueve Años, aprendemos que nuestros sentimientos son el único medio por el que encontramos un defensor hacia la libertad personal. Es un año de finales, finalización y conclusiones que nos ofrece la oportunidad de liberarnos de las creencias erróneas que siempre nos han causado infelicidad, aburrimiento, insatisfacción y estancamiento. El Noveno Año nos revela y enseña cómo liberarnos de nuestro pasado renunciando a aferrarnos a él y, sin esta conciencia, somos víctimas para siempre de algo que nos ocurrió una vez. El ciclo de los Nueve Años hace sonar una campana que nos avisa de que ha llegado el momento de sanar.

Liberar a los viejos

Nada nuevo sucede ni tiene oportunidad de desarrollarse en el Ciclo de 9 Años hasta que se producen los finales inevitables, y cuanto más intentamos empezar algo nuevo sin liberar primero lo viejo, más resistencia nos opone el Universo. Si no intentamos aceptar nuestras realidades emocionales, descubriremos que nuestra historia se repite en los nueve años siguientes.

Este es un año de reflexión sobre el continuo viaje de nuestra vida y de contemplar profundamente todo lo que nos ha sucedido. Seguro que habrá circunstancias y acontecimientos que no queramos asumir, y se trata de recuerdos que estamos bloqueando de nuestra conciencia. Son los propios incidentes y situaciones que piden ser abordados y actúan como una pesada carga que nos lastra como un ancla, impidiendo que nuestras intenciones y nuestro impulso avancen. Cuanta más intención genuina apliquemos permitiendo que resurjan los recuerdos olvidados, más fácil nos resultará adoptar e integrar el proceso de curación de los Nueve Años.

Es el mero peso de encontrar distracciones y evitar las emociones pasadas y presentes lo que causa la depresión, aunque intentemos engañarnos creyendo que se puede escapar de la depresión simplemente desviando estas emociones. Esta pretensión crea un abismo de negación y, finalmente, un abatimiento más profundo. Si nos encontramos activados y centrados en la ira, el arrepentimiento, el miedo o la pena, hasta el punto de que no podemos vivir de forma constructiva, existe una probabilidad prometedora de que estemos utilizando estas emociones como excusa o distracción para seguir negando otra emoción que está aún más profundamente enterrada. La negación ya no es un privilegio en esta Tierra. La negación es la causa de la mayoría de los graves problemas a los que se ha enfrentado la humanidad tanto en el pasado como en la actualidad, y esto se aplica tanto a nuestra vida personal como a la vida en general.

Aceptar el miedo

Tener miedo a reconocer y poseer nuestros sentimientos es una respuesta natural y, como todos los sentimientos, debe seguir su propio proceso evolutivo y se le debe permitir moverse. Cuando nos aferramos al miedo, estamos rechazando su propósito y su capacidad de apoyarnos y, al impedir su movimiento, nos paralizamos ante él. El orden y la progresión naturales consisten en permitirnos sentir nuestro miedo, aceptar su presencia y dejar que se mueva a través y fuera de nosotros. Este proceso fomenta el valor, la integridad y una creciente capacidad para reconocer las cosas que hay que temer y las que no hay que temer en absoluto. Honrar nuestros sentimientos como una extensión de nuestros sentidos, intuiciones e instintos es vital para nuestra supervivencia y la capacidad de desarrollarnos hacia nuestro auténtico yo.

Descubrimos que ser minuciosos y honestos con nosotros mismos en este proceso es crucial, porque el pensamiento positivo abandonado a su suerte puede hacer más mal que bien. Si nuestros pensamientos y sentimientos no están alineados, inevitablemente creamos energía estancada. Nuestros pensamientos y sentimientos son importantes, pero son dos fuerzas diferentes que deben explorarse y experimentarse por separado para que podamos distinguirlas. Cuando nuestros pensamientos masculinos y nuestros sentimientos femeninos encuentran la simetría y unen sus fuerzas, nuestro poder personal para sobrevivir, crecer y prosperar aumenta significativamente, y todo nuestro ser es libre para evolucionar.

El Noveno Año parece arrastrarnos hacia atrás en la dirección equivocada, pero este proceso es en realidad una guía disfrazada, porque es necesario encontrar los asuntos inacabados que nos impiden avanzar. Es esencial ser arqueólogo en este proceso y esto nos llevará a un viaje emocional. Estamos desenterrando tesoros ocultos, evaluando emociones pasadas junto con la asimilación de nuevas situaciones sensibles en el presente que, en parte, desencadenan todos los viejos sentimientos que necesitan ser liberados.

Las consecuencias del pasado

Las circunstancias que encontramos en el tiempo presente son recreaciones del pasado, en diferentes formas, que representan las consecuencias de acciones, reacciones, inacción, creencias y actitudes. No podemos crear y vivir plenamente en el presente si una parte de nosotros está atascada y oculta en el pasado. Por lo tanto, queremos volver atrás, cavar un poco más hondo y recuperar las partes perdidas de nosotros mismos que han quedado sin resolver y cimentadas en nuestro subconsciente.

La generosidad, la amabilidad y la compasión desempeñan papeles importantes en este curso de desarrollo, y a través de una mayor profundidad en la comprensión de nosotros mismos, nos volvemos comprensivos con las realidades de los demás. Nos hacemos conscientes de cómo todos estamos agravando ciertos problemas al evitar y negar los sentimientos implicados y nos damos cuenta de la diferencia entre compasión y culpa.

Autorreflexión e intuición

En la actualidad, si estamos implicados a regañadientes en una relación o en algo de lo que no nos sentimos seguros, puede que la culpa nos haya convencido de que es lo correcto, y quizá lo sea. Tal vez no lo sea. La única forma de estar seguros es permitiéndonos la autorreflexión y confiando en nuestra intuición para que nos guíe. Es en el Noveno Año cuando nos damos cuenta de hasta qué punto la culpa nos impide alcanzar la felicidad y hasta qué punto hemos negado la culpa convirtiéndola en culpa.

Los recuerdos incómodos siempre surgen para ser reconocidos y, cuando se sanan, nos permiten generar más espacio interior para que afloren la creatividad y la felicidad.

Las creencias inexactas son sustituidas por nuevas verdades, perspectivas y potenciales y, a medida que aceptamos lo que nos ha sucedido, desarrollamos una visión luminosa de lo que queremos iniciar en nuestras vidas y transformamos el viejo yo en el yo presente, permitiendo que nuestra voluntad y deseos personales determinen un futuro totalmente nuevo.

No todos los finales están relacionados con emociones tumultuosas. Algunas situaciones concluyen finalmente, aportando alivio y alivio. No asumas lo peor. Aceptar e integrar nuestro pasado es el paisaje que tuvimos que recorrer para llegar adonde deseábamos estar, y nuestra verdadera comprensión de este viaje manifiesta el Ciclo de Nueve Años en la peregrinación más estimulante y dinámica que jamás recorreremos.