22 noviembre 2024
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Los cuatro elementos del aura humana

Los cuatro elementos del aura humana

Tú, como ser humano, eres un microcosmos del Universo. La totalidad de tu ser es un reflejo de la totalidad del Universo. En este sentido, eres único en el planeta Tierra. Ningún animal, planta o mineral comparte este atributo con la humanidad.

Existe una relación magnética entre cada aspecto de tu psique y un aspecto correspondiente del Universo en general: un flujo y retorno entre la estrella ardiente más distante y su homóloga dentro de tu cuerpo, corazón o mente.

Los cuatro elementos del aura humana

Existen muchas otras articulaciones de esta verdad fundamental, algunas verbales y otras simbólicas. Los alquimistas resumieron este principio como: «Como es arriba es abajo». El cristianismo lo ha articulado en el principio de que el hombre está hecho a imagen de Dios. En los movimientos modernos de la nueva era, la Ley de la Atracción postula que tal como eres por dentro, así es a tu alrededor. Los antiguos egipcios construyeron enormes templos con la forma del cuerpo humano, con las medidas de las paredes y las habitaciones en perfecta proporción con las medidas de las partes del cuerpo correspondientes. Estos templos consagran la concepción del hombre como un espejo mágico, una diminuta cápsula que contiene Todo Lo Que Es. No hay nada que exista fuera en el Universo que no exista también dentro de la carne y la sangre de un ser humano.

Un resumen sencillo de «Todo Lo Que Es» se encuentra en los cuatro elementos: Tierra, Aire, Fuego y Agua. Este conjunto de categorías fundamentales comprende todo y cualquier cosa que pueda encontrarse en el universo físico. Todo está compuesto de alguna combinación de estas modalidades de energía, y no hay nada más que estas cuatro modalidades de energía en el plano físico. Entre los elementos, dos son activos (Agua y Fuego), uno es sutil (Aire) y otro es denso (Tierra).

Pero los esoteristas conciben estos elementos en planos del ser más allá del mundo meramente físico. Estos elementos indican no sólo todos los estados de la materia física, sino también todos los estados de la energía sutil. Los cuatro elementos comprenden todo lo que existe en el mundo exterior y también todo lo que existe en el mundo interior.

Dentro de cada individuo están los factores elementales correlacionados con los cuatro niveles del campo energético. El cuerpo físico (Tierra) es denso; el cuerpo emocional (Agua) es activo, la mente (Aire) es sutil, y el Espíritu (Fuego) también es activo.

Fuego

El aspecto espiritual se identifica con la chispa divina. El plano del Fuego en el cuerpo energético corresponde a tu esencia más fundamental: la voluntad misma de vivir. Al igual que el fuego está en un estado constante de esfuerzo ascendente, el espíritu humano está siempre en busca de expansión y exploración.

Es en el plano del espíritu donde encontramos la respuesta a las preguntas sobre nuestro propósito o misión en la vida. ¿Qué te llena? ¿Qué búsqueda te da la sensación de vivir una vida con sentido? En última instancia, la respuesta a la pregunta «¿Quién soy? ¿Qué me produce alegría? ¿Qué tipo de actividad encuentro profundamente significativa? ¿Qué responsabilidad, asumida voluntariamente, encuentro profundamente gratificante?

Éstas son las preguntas que nos dan pistas sobre la naturaleza del Espíritu o del Yo esencial. En Astrología, esta esencia espiritual del individuo se asocia con la colocación del Sol, el fuego de todos los fuegos.

El fuego del espíritu debe alimentarse y cuidarse con esmero, pues si la luz del espíritu se sofoca habrá disminución en los cuerpos mental, emocional y físico.

Aire

En el plano sutil del Aire se encuentra el reino de la Mente. El Aire, al ser transparente, se asocia con la lucidez y la claridad, cualidades también asociadas a una mente sana.

Muchos de nuestros refranes lo expresan, por ejemplo, cuando afirmamos que la revelación de una nueva perspectiva fue como «un soplo de aire fresco», o que tenemos la intención de dar un paseo al aire libre para «despejar la mente». Cuando alguien se muestra razonable y tiene sentido, decimos que «ve claro».

Monjes, gurús y visionarios han establecido a menudo sus espacios de meditación en los picos más altos de las montañas, creyendo que respirar un aire más limpio y puro producía una elevación de la conciencia y tipos de pensamiento más elevados; aludimos al mismo principio cuando hablamos de «elevarnos por encima» de nuestras emociones en el acto de compromiso o negociación basado en principios.

No podemos pensar con claridad cuando los fuegos de nuestros deseos más preciados queman la mente desde arriba, ni cuando las aguas de las emociones nos inundan desde abajo. El elemento Aire es sutil e ingrávido. Está tan alejado de los límites de la materia física como es posible estarlo sin dejar de existir.

Es a esta cualidad de eliminación o desenredo a la que aspiramos cuando buscamos la objetividad. Intentamos estar «por encima de todo» cuando utilizamos la mente para la resolución de problemas, el pensamiento crítico o el análisis. En la objetividad, no permitimos que nuestro pensamiento se desequilibre o se vea «lastrado» por prejuicios o inversiones emocionales.

Agua

El cuerpo emocional corresponde al elemento agua. El agua no tiene límites ni forma. Y el agua llena cualquier espacio, se mueve alrededor de cualquier obstáculo y consume cualquier cosa que se encuentre en sus proximidades. El agua es activa; como el fuego, existe en un estado de movimiento perpetuo, cambiando constantemente de forma, nunca de la misma manera dos veces.

Del mismo modo, nuestras emociones son dinámicas y mutables, y funcionan según su propio tipo de ley. No podemos determinar la forma de nuestros sentimientos del mismo modo que podemos determinar la forma de los objetos que pertenecen al reino de la tierra; tampoco existe una emoción objetivamente «correcta» o «incorrecta», del mismo modo que existen ideas objetivamente correctas o incorrectas.

Estamos saturados de nuestras emociones, sean cuales sean. Fluyen en nosotros sin tener en cuenta nuestras intenciones, objetivos, aspiraciones o circunstancias, y nos consume el estado de ánimo que nos ha invadido, aunque no parezca «encajar» en la situación ni tenga sentido racional.

Sin embargo, el agua es la única sustancia que necesita toda forma de vida para subsistir. Tanto si nuestros sentimientos adoptan la forma que esperamos o creemos que deberían adoptar, como si no, debemos someternos a su autoridad, pues una vida sin alegría no es sostenible. La falta de salud en el cuerpo emocional conlleva rápidamente el deterioro de la salud también en los cuerpos físico y mental.

Tierra

El aspecto correspondiente al elemento tierra en el campo energético humano es el cuerpo físico. El cuerpo es la consagración de los otros tres planos. El cuerpo manifiesta los contenidos del espíritu, la mente y el corazón.

Esta idea se refleja en la antigua filosofía yóguica, que consideraba que la sangre era la esencia misma del individuo. Los yoguis observaron que las operaciones de la mente, el corazón, el cuerpo y las facultades espirituales estimulaban diversas glándulas de los sistemas endocrinos para que liberaran hormonas en la sangre. Cada una de estas endocrinas está asociada a un chakra, y los chakras son vehículos de la mente que asimilan la conciencia.

De este modo, la sangre es un receptáculo de la conciencia. Tu sangre es una corriente de las ideas que has pensado, los sentimientos que has sentido, las acciones que has emprendido y los ideales que has vivido.

Cuidad, pues, de cada uno de vuestros cuerpos, porque como sois por dentro, así seréis por fuera.