22 diciembre 2024
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Herboristería alquímica

Herboristería alquímica

La herboristería alquímica es un enfoque integral de la herboristería que trabaja por igual con los elementos físicos, energéticos y espirituales tanto de las personas como de las plantas.
Mientras que la herboristería típica se centra en el tratamiento sintomático de las enfermedades físicas con hierbas, la herboristería alquímica trata el cuerpo como una manifestación del espíritu y, de este modo, utiliza las plantas para apoyar la evolución del alma.

Alquimia procede de las palabras del antiguo Egipto, Al, que significa sagrado, y Khemia, título dado a una ciencia sagrada de curación, iniciación y comprensión espiritual de los misterios de la vida.
A medida que esta ciencia sagrada se extendió por Europa, se fue conociendo como alquimia, que es la precursora de la ciencia moderna de la química.

La Naturaleza es Unidad

El fundamento de la alquimia lo proporciona uno de sus axiomas más famosos: «Como es arriba, es abajo».
El principio central de esta filosofía es una correspondencia natural entre el mundo natural y el mundo invisible y espiritual, o la Tierra y el Cosmos.
Todo lo que ocurre en la Tierra es un reflejo de algo que ocurre en el Cielo; si queremos cambiar algo en la Tierra, no actuamos en este plano de la realidad, sino en el superior.
Lo mismo ocurre en el plano del cuerpo.
La herboristería alquímica no considera que ningún problema médico sea principalmente físico; si, por ejemplo, el hígado funciona mal, se considera que es una manifestación de un bloqueo o perturbación que se produce en un nivel superior, es decir, en el nivel del alma.
Cualquier tratamiento puramente materialista del hígado podría reducir temporalmente el problema, pero sin abordar la cuestión energética, el problema simplemente volverá.
Por tanto, un herborista alquímico diagnostica lo que ocurre «arriba» y prescribe remedios en ese nivel.
Se trata de una visión fundamentalmente unificada del Universo.
La alquimia ve la naturaleza como unidad, como interconectada, como en un estado constante de interrelación.
No hay partes del cuerpo que actúen «por sí mismas», ni el cuerpo está separado en modo alguno de la mente o el espíritu.
Del mismo modo, los seres humanos no estamos separados de la Naturaleza, sino que existimos dentro de ella.
La materia y el espíritu son uno, y lo interior y lo exterior también son uno.
El Cosmos (el macrocosmos) se refleja dentro de todos y cada uno de los seres vivos (el microcosmos).
Así, cuando estudiamos la naturaleza externamente, también nos estamos estudiando a nosotros mismos internamente, pues no son más que reflejos el uno del otro.
Como escribió el gran médico y alquimista Paracelso: «¿Qué es la filosofía sino la naturaleza invisible? Eso es la filosofía. Las cosas están en el ser humano del mismo modo que están fuera, intangiblemente, como si uno se mirara en un espejo».

La base de la alquimia, como la de tantas tradiciones esotéricas, se fundamenta en la observación directa del mundo natural, concretamente de sus ciclos de transformación.
El alquimista sostiene que esos procesos de la Naturaleza son también los procesos del cuerpo, por lo que se esfuerza por reproducirlos en todo su trabajo de laboratorio.
Desde los ciclos de crecimiento de las plantas, el proceso de la digestión humana y el ciclo del agua, hasta el movimiento de los cuerpos celestes por el cielo y el cambio de las estaciones, los antiguos alquimistas estudiaron cómo se transforma la Naturaleza y, a partir de estos procesos, discernieron las claves de la evolución.
Las medicinas que son producto de estos estudios no se limitan a curar el cuerpo, sino que son esencias destiladas de los procesos de transformación de la naturaleza.
Cuando se toman, catalizan esos ciclos de transformación en nuestro interior.
El alquimista crea una especie de medicina viviente a partir de la Tierra que facilita el rejuvenecimiento y la curación del cuerpo, la claridad y la inspiración de la mente, la apertura del corazón y la evolución de la conciencia.
De este modo, se trata de una modalidad de curación que aborda por igual los aspectos materiales y espirituales del paciente, así como la esencia material y espiritual de la planta.

Correspondencias cósmicas

En la concepción alquímica de la medicina, es el espíritu de la planta el que cura la dolencia espiritual del individuo.
Se cree que cada planta resuena a una frecuencia determinada en el plano energético.
Una forma habitual de entender estas frecuencias es a través del zodíaco.
Se cree que cada planta corresponde a la energía de un planeta determinado y que, al ingerirla o aplicarla, introducirá en el cuerpo la frecuencia de ese planeta.
Puesto que el cuerpo humano es un microcosmos del Universo, también se entiende que cada órgano mantiene una relación especial con determinados planetas.
Si un órgano determinado está hiperactivo o hipoactivo, podemos entender que nuestra relación con esa energía planetaria no es la adecuada.
Un herborista alquímico examinará todos los síntomas físicos, pero también buscará las manifestaciones emocionales y mentales de este desequilibrio.
Como el cuerpo, la mente, el corazón y el espíritu no están separados, cada uno manifestará la disfunción planetaria a su manera.

Por ejemplo, si hay un problema de hígado o vesícula biliar, es un indicio de que el paciente tiene problemas para integrar la energía de Marte.
Marte se asocia con el calor, la autoafirmación, la agresividad y el poder personal.
A continuación, podemos fijarnos en la vida emocional para discernir cómo funciona la energía de Marte.
Puede que uno se aferre a una cantidad excesiva de ira o aborde la vida con espíritu de combate y batalla.
A la inversa, uno puede mostrarse apático, fatigado o evasivo, e incapaz de hablar por sí mismo o de hacerse valer en pos de un objetivo importante.
De un modo u otro, la raíz espiritual o emocional del problema hepático puede verse en la personalidad.
El herborista alquímico prescribirá una tintura o espagírico que posea la energía más adecuada para devolver el equilibrio a todo el sistema energético.
El tratamiento no se limita a reparar el hígado, sino que repara nuestra relación con la energía de Marte en general.
Cuando asimilamos esta energía en nuestro corazón, mente y espíritu, con el tiempo esto se manifestará en el cuerpo como el aclaramiento de los síntomas.
Porque, como sabemos, como es arriba es abajo.