21 noviembre 2024
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Descubrir tu Yo Superior: ¿Ya te has conectado?

El yo superior representa la mejor versión de lo que somos: una esencia atemporal. Es la culminación de nuestro pasado, presente y futuro, y encarna todas las experiencias y conocimientos a lo largo del tiempo. Este yo superior incluye nuestro ego, que, aunque a menudo se malinterpreta, alberga deseos y sueños que contribuyen a nuestro viaje. Nuestro yo superior integra armoniosamente cada parte de nosotros, guiándonos hacia nuestro camino único. Sin embargo, muchos permanecen desconectados de esta esencia más profunda, incapaces de acceder plenamente a su alma y al reino espiritual.

Los Yoes Superiores suelen revelarse a través de visiones, símbolos y colores, cada uno con una historia única. Por ejemplo, una persona cuyo yo superior aparece dorado con un sol radiante encima puede tener una inclinación hacia la creatividad. Esta señal visual puede indicar su papel como alguien que aporta positividad a los demás, quizá a través de un trabajo expresivo. Del mismo modo, una persona cuyo yo superior aparece azul o como una sirena, podría trabajar sobre todo con el elemento agua. Esta visión sugiere una vocación para enseñar o curar a los demás, revelando un profundo conocimiento que conecta con su propósito vital.

Hoy exploraremos el reino de los yoes superiores y el viaje para conectar con ellos. Como es arriba, es abajo; como es dentro, es fuera.

1. Desconectar del mundo material

Conectar con el yo superior requiere un desapego consciente del mundo material. Este primer paso implica ver las posesiones físicas, los papeles y las definiciones sociales como influencias, no como la esencia de lo que somos. Cuando dejamos de identificarnos por lo que creemos que poseemos, dejamos espacio para que emerja el yo superior. Este cambio nos permite vivir en el mundo físico mientras estamos enraizados en una perspectiva superior, observando la vida sin enredarnos en ella.

Para conectar con las energías superiores, necesitamos activar y nutrir nuestros chakras superiores, en particular el tercer ojo. Al sintonizar con el tercer ojo, adquirimos la capacidad de ver más allá del reino físico. Mantener abierto el chakra coronario nos permite recibir información superior, que se traduce en visiones o sueños. Muchos se han desconectado del chakra coronario o lo mantienen cerrado, a menudo por miedo o por negación de su creador. Esta desconexión crea una barrera entre nosotros y nuestro yo superior .

2. Elimina todos los miedos

El desapego por sí solo es insuficiente si seguimos aferrados al miedo, sobre todo a los miedos relacionados con la supervivencia, los recursos y la muerte. Los chakras raíz y sacro suelen estar vinculados a estas ansiedades, ya que nos conectan directamente con nuestra existencia material. Cuando estos chakras están curados y equilibrados, nuestro cuerpo se siente seguro y apoyado. Permite que suelte sus instintos defensivos y se abra a la guía espiritual. Eliminar el miedo también significa liberarse de viejas creencias y darse cuenta de que el cambio no es una amenaza para nuestro bienestar. Esta confianza más profunda es esencial para conectar con el yo superior, permitiéndonos abrazar todas las experiencias, sabiendo que tienen un propósito, incluso las que antes temíamos más.

3. Conócete a ti mismo

Conocerse a uno mismo va más allá de los atributos físicos; se trata de reconocer tu esencia, como si te miraras al espejo por primera vez. Imagina que estás en un cuerpo distinto pero reconoces al instante tu alma: esa esencia permanece constante, independientemente de los cambios externos. Este proceso requiere aprender a separar lo que es verdaderamente «tú» de las influencias externas. Cuando esta distinción está clara, podemos reconocer nuestro yo superior y vivir auténticamente, enraizados en nuestra energía única.

4. Cuando las señales no aparecen

Si has pedido señales pero sientes que no llegan, puede que sea el momento de cambiar tu pregunta. En lugar de pedir señales, intenta preguntar: «¿Cómo puedo servir?». Servir no significa tener que resolver todos los problemas del mundo, sino ofrecer algo significativo al Creador. El servicio puede consistir en conectar con tu propósito de un modo que beneficie a los demás o simplemente en cumplir una llamada interior. Algunas personas sirven a través de una misión espiritual elevada, mientras que otras sirven a través de actos más pequeños que apoyan la vida a su alrededor.

Por ejemplo, considera a un trabajador agrícola que ayuda a cultivar y nutrir plantas para una ciudad. Puede que esta persona no se plantee preguntas profundas y espirituales, pero su trabajo es innegablemente un servicio. Sin ellos, la vitalidad de la tierra podría disminuir, afectando a todos los miembros de la comunidad. Servir no tiene que ver con la grandeza, sino con desempeñar un papel instintivamente necesario y alineado con lo que eres. Con este enfoque, las señales que buscamos a menudo se revelan de formas inesperadas pero poderosas.

5. La misión de tu alma

Todo el mundo tiene un propósito y una vocación específicos, y el Yo Superior suele comunicarlo a través de símbolos y talentos. Ver estos símbolos -ya sea un lápiz, un libro o un color concreto- revela aspectos de tus talentos internos. Estas señales no son limitaciones rígidas, sino luces que te guían. Por ejemplo, si tu yo superior sostiene un pincel o un lápiz, podría simbolizar un don artístico. Quizá fuiste Picasso en tu vida pasada y ahora necesitas continuar la misión. Los que tienen una presencia azul o acuosa podrían ser sanadores naturales, místicos o maestros, que comprenden las capas invisibles de la emoción. A veces, incluso los mejores bailarines empiezan siendo los peores, o bloqueados por distintos miedos. ¿Y si tu talento se encuentra al otro lado de tu debilidad actual?

Conectar con el yo superior es un viaje que dura toda la vida. A medida que profundizamos en nuestra comprensión, vamos más allá de la conciencia superficial hacia el verdadero autodominio. Este proceso nos ayuda a integrar la sabiduría de nuestro yo superior, permitiendo que guíe nuestras decisiones, perspectivas y relaciones. Esta práctica continua no consiste en escapar de la realidad, sino en abrazarla con un propósito claro y alineado, guiados por la sabiduría y la fuerza de nuestro yo superior.