27 septiembre 2024
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El I Ching

El I Ching

La adivinación es la práctica de discernir el futuro proporcionándole un contenedor simbólico a través del cual pueda comunicarse.
La adivinación funciona mediante la Ley de la Atracción.
El adivino plantea una pregunta, estableciendo un punto de enfoque, y permite que las influencias relevantes se constelen en el medio de la herramienta de adivinación.

Se han utilizado muchas herramientas para los materiales de adivinación, como las entrañas de los animales, formaciones de pájaros en el cielo, hojas de té, monedas, cartas, tallos de milenrama, runas, piedras, plantas e incluso partes del cuerpo.
Los patrones emergen a través del material elegido, y se descodifican mediante sistemas de simbolismo o filosofía.

Cualquier sistema nos dirá algo, pues todo está vivo y todo te comunica algo sobre ti mismo.
Pero hay algunos oráculos que están enraizados en sistemas de filosofía profunda, cuya sabiduría inherente es inestimable por sí misma; cuando consultamos estos oráculos, la información sobre nuestro futuro es lo mínimo que aprendemos.

Libro de los cambios

El I Ching, o Libro de los Cambios, es un estudio sobre la ley del cambio, o tao.
Los antiguos sabios observaron que nada existe en un estado estático o inmóvil, sino que todo está en un proceso incesante de transformación.
La única verdad universal con la que podemos contar en nuestro mundo es el cambio; nada es estático, nada dura para siempre y todo está en proceso de convertirse en su opuesto.
El Tao, que significa literalmente «el camino», es la alternancia de lo Creativo y lo Receptivo, o de lo firme y lo que cede.
Este proceso de entrecruzamiento de opuestos explica todos los fenómenos terrenales; estos dos principios primordiales -también conocidos como yin y yang-están en matrimonio o en guerra, en armonía o en desarmonía, y en cualquier caso, están cambiando de uno a otro.
El cambio, entendido así, es un proceso natural prácticamente idéntico a la vida.
La vida es el producto de la polaridad entre lo activo y lo receptivo.
Cada manifestación de cambio, cada etapa de evolución de cualquier proceso, es un ajuste de la tensión entre estos principios cardinales.
Si este estado de tensión cesara, la vida ya no podría expresarse.
Cuando se echan los tallos de milenrama o las monedas del I Ching, se transcribe en consecuencia, construyendo una figura que consta de líneas quebradas (el yin, principio Receptivo) y líneas sólidas (el yang, principio Creativo).
Tres de estas líneas forman un trigrama, de los que hay ocho.
Estos 8 trigramas representan realidades espirituales en imágenes del mundo natural.
Incluyen: Cielo Montaña Tierra Viento Madera Trueno Fuego Agua Lago El Libro de los Cambios describe los ciclos de polaridad dentro de los cuales toda vida encuentra su expresión, utilizando fenómenos terrenales observados en la Naturaleza para describir la eterna interacción del yin y el yang.
Se considera que estas imágenes se encuentran en un estado de transición continua, una transformándose en otra, al igual que la transición de un fenómeno a otro tiene lugar continuamente en el mundo físico.
Por tanto, los ocho trigramas no son representaciones de las cosas como tales, sino de sus tendencias en movimiento.
Los ocho trigramas no representan tanto los fenómenos de las imágenes naturales como el espíritu animador de esos fenómenos.
Por eso también se les denomina cualidades: la Creativa la Quieto la Receptiva la Suave la Excitante la Aferrada la Abismal la Gozosa El adivino formula sus preguntas hasta que ha recibido seis líneas, o dos trigramas, que pronostican la respuesta a la pregunta.
En el I Ching hay 64 hexagramas que contienen todas las situaciones posibles de la vida.
La lectura se realiza mediante metáforas de la naturaleza, describiendo cómo interactúan los dos trigramas.
Se revelan los elementos básicos de la situación, y comprendiendo cómo estos principios tienden a moverse, funcionar y cambiar cuando se encuentran unos con otros en una secuencia determinada, podemos discernir lo que vendrá a continuación.

El desenvolvimiento del destino

Explorando las leyes de la naturaleza hasta lo más profundo, los antiguos sabios llegaron así a comprender el destino.
Estudiando el orden del mundo exterior y observando las pautas de cambio que se obtienen y repiten eternamente, los sabios fueron capaces de discernir lo que vendría a continuación.
Irónicamente, trabajar con oráculos de este modo alivia en última instancia la necesidad de trabajar con oráculos.
Al mismo tiempo que los hexagramas nos revelan el significado y las consecuencias de nuestras circunstancias actuales, también nuestras circunstancias actuales nos inician en la conciencia de las misteriosas leyes que ordenan el Cosmos.
El uso adecuado de estas lecturas puede aumentar enormemente nuestra conciencia no sólo del significado más profundo de los acontecimientos de nuestra vida, sino también de los principios fundamentales por los que se puede hacer florecer la vida.
A medida que adquirimos una comprensión más refinada de los procesos fundamentales de cambio que giran en el plano manifestado, somos capaces de ver con mayor claridad por nosotros mismos lo que ocurre en el nivel más profundo de cualquier situación y lo que está por venir, sin necesidad de ningún arte esotérico.
En la base de la filosofía del I Ching está la premisa de que vivimos en un cosmos, no en un caos.
Existimos dentro de una especie de orden definido e inmutable, en el que ciertos elementos, relaciones y secuencias están fijados, aunque el producto de la colisión de estos elementos fundamentales pueda parecer una variedad infinita.
Dentro de ese vórtice de posibilidades, estamos nosotros: criaturas dotadas de libre albedrío.
Una vez introducido un punto de interés en el oráculo, podemos ser testigos de las influencias que actúan en una situación determinada, y podemos ver cómo se desarrollará la interacción de estos factores a lo largo del tiempo y por qué.
Este punto de referencia hace posible un sistema de coordenadas en el que puede encajar cualquier detalle.
Pero, al fin y al cabo, todas las preguntas sobre «¡qué hacer, qué hacer!» se reducen realmente a una cuestión: ¿actuar en armonía con la Ley Cósmica o ir contra ella?
El I Ching nos ayuda a ver en qué dirección se mueve ya el flujo natural de las cosas, para que podamos comprender cómo encajar nosotros mismos de la forma más armoniosa en el gran esquema de las cosas.
Se dice que las leyes del cielo y de la tierra están reproducidas en el Libro de los Cambios, pero como el hombre es un microcosmos del Universo, éstas son también las leyes de nuestra naturaleza.
En este antiguo libro de sabiduría, se nos proporcionan a cada uno de nosotros los medios para moldear nuestro carácter, de modo que todas las potencialidades innatas de grandeza puedan realizarse plenamente.