28 septiembre 2024
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Adivinación geomántica

Adivinación geomántica

La adivinación geomántica puede degenerar en una creencia fatalista de que el futuro está escrito en piedra y de que el hombre no tiene ningún control sobre su destino.
Muchos se acercan a una baraja de tarot o a un conjunto de tallos del I Ching con la suposición de que lo que está por venir puede predecirse definitivamente mediante la aplicación mecánica de un conjunto concreto de reglas, y que la respuesta dada es la única que podrían haber recibido.
Ésta es una visión muy simplificada del arte.
La adivinación es un método para examinar toda la potencialidad de cualquier situación.
Cualquier momento dado en el tiempo puede verse como el producto de un conjunto de tensiones magnéticas; hay ciertos factores que luchan en un nido de tensión unos con otros, y finalmente éstos se despliegan en el momento presente.

A vista de pájaro

La forma más elevada de adivinación pretende predecir no sólo un único resultado de una situación concreta, sino todos los muchos resultados posibles.
Una lectura real revela no tanto lo que está por venir como todas las cosas que podrían venir, y cómo esas potencialidades interactúan entre sí.
El interrogador es entonces libre de acercarse a esta encrucijada de resultados potenciales, aportando a este marco de tensiones cualquier influencia que le resulte más beneficiosa, con la esperanza de esculpir las potencialidades en el resultado más elevado posible.
Hay algunos sistemas que se han utilizado durante muchos siglos como vehículo de esta información, como las cartas del tarot, el I Ching y los péndulos.
Sin embargo, en realidad, cualquier cosa y todo lo que te rodea puede utilizarse como oráculo, porque la Ley del Reflejo existe en todo momento.  

Ley del reflejo

La Ley del Reflejo también se conoce como teoría de la sincronicidad, es decir, que todo lo que ocurre en un determinado momento del tiempo tiene las cualidades de ese momento en el tiempo.
Es el principio que organiza el augurio -la adivinación a través de las actividades de las aves-, el sistema sobre el que se fundó Roma.
También es la explicación principal de la adivinación geomántica, un sistema de adivinación que lee las comunicaciones de la propia Tierra.
Dentro de esta teoría de la sincronicidad, no creeríamos que son los planetas los que influyen directamente en la humanidad, sino que las órbitas de los cuerpos celestes simplemente se corresponden con las diversas condiciones de los hombres, del mismo modo que las manecillas de este reloj se corresponden con nuestro apetito por la comida.
La coincidencia de dos personas, cuatro objetos, el clima y un momento concreto en el espacio significa algo más que mera casualidad; es una interdependencia peculiar de los acontecimientos objetivos entre sí, así como con los estados subjetivos o psíquicos del observador u observadores.
No se trata de un pensamiento tan insólito, pues hay ciertos entendidos que pueden decirte simplemente por el aspecto, el sabor y el comportamiento de un vino el lugar de su viñedo y el año de su origen.
Hay anticuarios que, con una precisión casi asombrosa, dirán la época y el lugar de origen y la marca de cualquier mueble de arte con sólo mirarlo.
E incluso hay astrólogos que pueden decirte sin conocimiento previo de tu cumpleaños cuál era la posición del sol y de la luna, y qué signo zodiacal se elevaba sobre el horizonte en tu momento de nacimiento.
A partir de estos hechos debemos admitir que los momentos pueden dejar huellas duraderas.
Los esoteristas llevan esto un paso más allá y dicen que todo lo que sucede en un momento dado posee indeleblemente la cualidad peculiar de ese momento.
Cuando se lanzan las tres monedas o se observan los pájaros en el cielo o se adivina un símbolo a partir de unas líneas arañadas en la tierra, estos detalles casuales entran en la imagen del momento y forman parte de él.
El oráculo está diciendo la verdad de ese momento, igual que todo lo demás, a su manera, está diciendo la verdad de ese momento al encarnar un determinado conjunto de cualidades.
El «lenguaje» a través del cual se comunica un oráculo debe consistir en un compendio de símbolos lo suficientemente elásticos en su significado como para describir todas las ideas posibles, y uno o varios de ellos pueden tomarse siempre para representar cualquier idea.
Suponemos que cualquiera de estos símbolos será comprendido por las inteligencias con las que deseamos comunicarnos en el mismo sentido que por nosotros mismos, proporcionándonos así una lengua común.

La Voz de la Tierra

La adivinación terrestre es la aplicación de ciertos elementos de las técnicas astrológicas a la tierra física en lugar de a los planetas y las constelaciones.
Tras plantear una pregunta, el interrogador hace arañazos en la tierra, dejando que su mano se mueva por sí misma, y a partir de las marcas realizadas se discierne un símbolo.
Aunque el principiante se ve obligado a interpretar el símbolo según los significados tradicionales, en última instancia el objetivo es dejar que la intuición tome el control. La geomancia se lleva a cabo en colaboración con los espíritus elementales de la tierra, tanto si decides considerarlos seres de entidades objetivas como partes de tu propio inconsciente.
El término «adivinar» o «adivinación» procede de «divino» y el arte de la adivinación se basa en el reconocimiento de un principio divino universal que actúa dentro del alma.
La respuesta se recibe mediante el poder del espíritu divino viviente de dios, cuyo templo es el hombre.
Es esta alma la que responde a la pregunta, no la mente, ya que la luz divina se siente dentro del alma como el poder de la intuición.
Si la mente del hombre se elevara por completo por encima del reino del egoísmo para iluminarse con la luz del espíritu, no habría necesidad de la geomancia para llevar el conocimiento del espíritu a la comprensión del intelecto material.
Entonces podríamos no sólo sentir intuitivamente la verdad, sino verla y conocerla sin ninguna argumentación ni razonamiento.
Cuanto más capaces seamos de elevarnos espiritualmente por encima de esas nubes de materia que oscurecen el cielo mental, más capaces seremos de ver la luz del sol de la verdad en su pureza.
Practicar la geomancia nos ayuda a abrir este ojo interior que puede ver directamente la verdad.