27 septiembre 2024
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Los Siete Principios Herméticos

Los siete principios son el fundamento del Hermetismo, una rama de la filosofía espiritual que procede del Antiguo Egipto.
Están esbozados en textos como la Tabla de Esmeralda y el Corpus Hermeticum -atribuidos al antiguo sabio Hermes Trismegisto- y se resumen en el texto del siglo XIX conocido como El Kybalión.
Estos siete principios enuncian los siete hechos fundamentales de la realidad.

1. Mentalismo

«El Todo es Mente; el Universo es Mental». Todo en este Universo está vivo y es consciente, pues todo está hecho de energía inteligente. No vivimos en un mundo físico, sino dentro de la Mente Divina. Como tales, nuestros pensamientos afectan al mundo «exterior» a nosotros, ya que lo que parece estar fuera de nosotros no es más que una extensión de la mente que nosotros mismos también somos. Gracias a este principio, podemos comunicarnos con cualquier criatura, planta, objeto o elemento. Puedes asumir la consciencia de cualquier persona o cosa, e incluso de partes de tu propio cuerpo. Esto se conoce como canalización, y no es un don único, sino algo que todo el mundo es capaz de hacer.

2. Correspondencia

«Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba». Todo lo que ocurre en el plano físico es un reflejo de un acontecimiento espiritual en un nivel superior de la realidad. Así, a partir de un estudio minucioso de tus circunstancias, puedes discernir los pensamientos, sentimientos y creencias que predominan en tu conciencia y que están atrayendo esas circunstancias. A la inversa, puedes predecir acontecimientos futuros estudiando las influencias espirituales que predominan actualmente, y puedes manifestar acontecimientos centrándote en las frecuencias que coinciden con tu deseo. Nada de lo que ocurre en el plano físico carece de su precipitador vibracional, espiritual o mental, ni nada ocurre en el vacío sin estar rodeado de influencias que coincidan con su naturaleza esencial.

3. Vibración

«Nada descansa; todo se mueve; todo vibra». La ciencia moderna ha alcanzado las enseñanzas de la espiritualidad antigua en su conclusión de que la materia no es realmente materia en absoluto, sino energía. Si observamos el nivel microscópico de un trozo macizo de madera de roble, no encontraremos nada sólido, sino una danza arremolinada y dinámica de átomos en constante movimiento. La distancia entre un núcleo y sus electrones en órbita es proporcional a la distancia entre la Tierra y el Sol; la madera es en su mayor parte espacio vacío. Lo que parece material es energía, y lo que parece estático está en realidad en constante transformación. La materia -y, de hecho, la emoción y el pensamiento- sólo puede ser fijada por la mente; si aportamos conciencia pura y abierta, descubrimos que nada permanece igual, sino que está constantemente en estado de flujo.

4. Polaridad

«Todo es dual; todo tiene polos; todo tiene su par de opuestos; lo semejante y lo diferente son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza pero diferentes en grado; los extremos se encuentran; todas las verdades no son más que medias verdades; todas las paradojas pueden reconciliarse».
Todo en el plano físico existe dentro de un continuo de cargas positivas y negativas, como en el electromagnetismo.
Dentro de cada cosa podemos ver una cualidad activa, transmisiva, proyectiva, o una cualidad pasiva, receptiva, potenciadora, y allí donde encontremos una, encontraremos también la otra.
Cada cualidad, pensamiento, persona, atributo, situación, objeto y criatura está en todo momento en relación dinámica con su opuesto, y cualquier extremo será contrarrestado por una función compensatoria.
Con el tiempo, si esperamos lo suficiente, veremos cómo cualquier cosa se transforma en su opuesto.

5. Ritmo

«Todo fluye, hacia fuera y hacia dentro; todo tiene sus mareas; todo sube y baja; la oscilación pendular se manifiesta en todo; la medida de la oscilación a la derecha es la medida de la oscilación a la izquierda; el ritmo compensa». Hemos aprendido que todo está en flujo, transformándose en su contrario; el ritmo es el principio que regula esta transformación. Desde el ciclo de las estaciones, la luna, la generación de las células y las edades de la vida de un individuo, vemos que existe un patrón de desenvolvimiento que pertenece a la Naturaleza y vive en todos los seres.

6. Causa y efecto

«Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede según la ley; el azar no es más que un nombre para la ley no reconocido; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la ley».
Vivimos en un Universo ordenado, no caótico.
Todo ocurre por una razón, y nada de lo que sucede es aleatorio o carece de sentido.
Sincronicidad es el nombre que se da al principio de causalidad suprarracional o sobrenatural; este principio plantea la idea de que dos cosas o seres que coinciden en el lugar y en el tiempo lo hacen debido a una esencia, propósito o cualidad compartidos.
A menudo no hay forma de explicar racional o prácticamente esos «accidentes felices» o giros serendípicos de la fortuna que parecen haber ocurrido bajo la guía divina, aunque se trata de una incidencia de la causalidad.

7. Género

«El género está en todo; todo tiene sus principios masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos». El género no es algo meramente biológico; lo masculino y lo femenino son cualidades que existen en planos espirituales.
Los órganos sexuales, los cromosomas y otros rasgos biológicos asociados al género son sólo manifestaciones de estos principios, que son esenciales para la propia creación y van mucho más allá de lo físico.
En cualquier lugar podemos encontrar manifestaciones del principio femenino y manifestaciones del principio masculino; esto incluye una conciencia individual, un grupo, un cuerpo físico, un ecosistema, una ciudad, un gobierno, etc.