28 septiembre 2024
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La técnica del trance

La técnica del trance

Para entrar en trance o en hipnosis, hay que apagar el poder directivo de la conciencia.
Para alcanzar un estado profundo de receptividad, hay que paralizar la mente consciente, como si se le hubiera metido un palo en las ruedas y se hubiera atascado.
Se trata de efectuar una separación entre el ego y la personalidad.

 

La naturaleza de la mente

La mente consciente ordinaria consiste en un flujo incesante de imágenes a través de la pantalla de la conciencia, como una película interminable proyectada en una pantalla iluminada.
Esta sucesión incesante de ideas parece ser la esencia misma de la naturaleza de la conciencia.
Un sencillo ejercicio te lo demostrará.
Visualiza en tu mente una forma simple, como un triángulo blanco sobre un cuadrado negro.
Aunque inicialmente te resulte fácil invocar esta imagen, es considerablemente más difícil mantenerla constante y quieta.
Por mucho que lo intentes, el triángulo se moverá, como si fuera un péndulo, o desaparecerá de tu vista a medida que se precipiten otros pensamientos.
La mente es profundamente dinámica y la capacidad de llevarla a la quietud requiere muchos años de práctica devota.

Es una máxima de la magia esotérica que allí donde se dirige la atención, allí está presente el alma.
Mientras la atención de la conciencia se mantenga dentro de la marea de sensaciones derivadas del cuerpo, el alma está, por así decirlo, «en el cuerpo».
Dos trenes de pensamiento no pueden ocupar el foco de la conciencia simultáneamente, aunque la alternancia pueda ser tan rápida que nos creamos multitarea o multipensamiento.
Por esta razón, debemos «bajar el volumen» de un nivel de conciencia para poder oír las transmisiones que le llegan a niveles superiores.
Cuando el flujo constante de imágenes deja de pasar por la mente, el ego ya no está atado al cuerpo; a medida que la mente se ralentiza y la atención se libera de esas imágenes, el alma queda libre para entrar en planos mucho más elevados del ser.
La inconsciencia del trance difiere de la de la anestesia o la conmoción cerebral en que la separación entre los aspectos superior e inferior de la consciencia tiene lugar a un nivel diferente.
En la anestesia y otras formas de inconsciencia «física», es el vehículo físico de la consciencia el que queda fuera de servicio, de modo que el ego no puede hacer uso de él.
La separación se produce entre el cuerpo físico y la personalidad, a diferencia de entre la personalidad y el yo superior.
En el sueño, la separación se produce entre los aspectos inferiores y superiores de la personalidad, de modo que una parte de la personalidad y de su conciencia permanece en el cuerpo físico.
Así, el yo superior sigue ligado a la materia porque los aspectos superiores de la personalidad están asociados a él y, por tanto, en el sueño ordinario no es libre de funcionar en su propio lugar.

Preparación para el trance

El primer paso para entrar en trance debe ser retirar toda la atención del cuerpo.
Primero el médium debe tumbarse, relajando completamente todos los músculos del cuerpo.
Es necesaria una luz tenue y una relativa tranquilidad.
La luz no sólo afecta a los ojos, sino también al aura, e incluso una venda en los ojos y una alfombra gruesa no son protección contra ella.
La ausencia de ruido es necesaria para entrar en trance, pero una vez obtenida la profundidad del trance, un poco de ruido ligero está bien siempre que no sea fuerte ni repentino.
La luz tiene un efecto mucho más drástico que el sonido en la interferencia con el trance; una pantalla que resbale ligeramente en una lámpara romperá un trance al que no afectan los ruidos de la calle.
La etapa siguiente consiste en crear una concentración intensa sobre un símbolo de algún tipo; esta concentración debe ser tan completa que no se perciba ninguna sensación física, ni siquiera el sentido cinestésico que nos indica la posición de los miembros en el espacio.
La modalidad utilizada por los médiums en trance varía en esta etapa.
A algunos les ayuda un hipnotizador, que utiliza palabras y señales somáticas para centrar la conciencia.
Algunos utilizan otro tipo de ayuda auditiva, como los ritmos binaurales.
A algunos médiums les ayuda sentarse en el agua para inducir el estado de trance, ya que el agua es un conductor natural de energía.
Otros visualizan la imagen del maestro o profesor que se va a comunicar desde el otro lado.
Sea cual sea el objeto de atención, debe mantenerse con una fascinación intensa pero suave hasta que el cuerpo y la conciencia entren en un sueño profundo.
Según el método elegido, a medida que el médium retira la atención del mundo fenoménico, sucederá una de estas tres cosas
Al pasar a una condición subjetiva, la médium se volverá objetiva en un plano superior, permitirá que el yo superior se manifieste dentro del cuerpo o se apartará por completo para que hable otra entidad.
En el primer caso, la mente especular refleja todo lo que pasa ante ella en el plano astral.
Todas y cada una de las imágenes se reflejan sin ningún poder selectivo.
Los pensamientos de los vivos, las formas mentales en la atmósfera mental, las imágenes en la conciencia de cualquier tipo de ser en los planos internos, todo puede ser reflejado por la conciencia especular del trance pasivo.
En el segundo caso, la mente subconsciente está en comunicación con la mente superconsciente y se recibe la comunicación del yo superior del médium.
En el tercer caso, el médium se concentra tan intensamente en una imagen de un comunicador que la conciencia se identifica con ella.
El médium se convierte en un recipiente para un maestro, profesor o espíritu, que transmite sabiduría y misterios superiores.
La conciencia del médium debe estar muy desarrollada para que exista un vehículo adecuado que pueda utilizar la entidad comunicadora.
Debe existir una amplia gama de ideas, conocimientos y palabras disponibles para su uso por parte del comunicador.
Si un médium está limitado en conocimientos o vocabulario, esto limitará la comunicación que puede transmitirse a través de este vaso.
Además, las emociones deben estar calmadas y tranquilas cuando se practica la mediumnidad, de modo que, además de una mente muy desarrollada, debe existir una naturaleza integrada y armonizada.
La emoción por parte del sujeto da lugar a la fantasía y al engaño, fuente de mucha confusión en los círculos psíquicos. Debe mantenerse la neutralidad, ya que el deseo mantiene la parte focalizadora del ego al nivel de los deseos reprimidos.
Vigila bien el cumplimiento de los deseos del inconsciente del sujeto, y evalúa siempre las comunicaciones que hayan llegado en función de su utilidad y sus efectos en la vida real y práctica.
Como se dice: «Por sus frutos los conoceréis».