22 noviembre 2024
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Adivinación para el autoconocimiento

Adivinación para el autoconocimiento

La mente humana suele preocuparse por los detalles físicos del mundo material. Solemos quedarnos atrapados en lo que es.

Sin embargo, lo que es, aunque parezca presente o actual, es, en términos vibratorios, en realidad pasado. Es la reliquia de la actividad mental y emocional que ya ha transcurrido. Es el producto del impulso energético que ya has agregado, y es, en este sentido, como madera muerta.

Preocuparse por lo que hay es como preocuparse por cambiar el aspecto y el olor de una flor que ya ha florecido. Evidentemente, es mucho mejor emplear el tiempo y la energía en elegir nuevas semillas y encontrar tierra fértil, y esto es precisamente lo que los oráculos, cuando se utilizan correctamente, pueden ayudarnos a hacer.

Mirar fuera para ver dentro

Se suele suponer que los oráculos predicen el futuro, y es cierto que ése es el principal propósito por el que se les busca. Sin embargo, la forma en que los oráculos indican lo que va a ocurrir es reflejando qué factores o elementos están más activos en este momento.

Un oráculo es como un espejo energético que refleja las influencias relevantes de una situación, tanto aquellas de las que el interrogador es consciente como aquellas de las que aún no es consciente.

La predicción no es entonces un decreto estático, como una tablilla inscrita con la proclamación de un destino sellado, sino que es una inferencia hecha a partir de los factores activos en su estado actual de transformación. Cada carta, trigrama, runa o símbolo del medio adivinatorio indica una energía cardinal, que tiene una determinada forma de ser y se comporta según ciertas leyes predecibles. Leemos el futuro, pues, observando el «elenco de personajes» de las energías y presenciando la trayectoria natural que evolucionará como resultado de su interacción.

A veces, las energías indicadas por las cartas o los símbolos representan a una persona activa en la situación. A veces representan toda una situación, un lugar o incluso un objeto. Sin embargo, lo más frecuente es que el comentario esencial que hace un oráculo no se refiera a la situación objetiva ni a ningún elemento de ella como tal, sino a la experiencia subjetiva, el enfoque o la actitud del que pregunta.

El viaje del héroe

Por suerte, o por desgracia, ¡siempre eres el centro de tu historia!

Los acontecimientos que ocurren son, para bien o para mal, un reflejo de lo que ocurre en tu interior.

Si acudimos a un oráculo para que confirme nuestras creencias de que otra persona es responsable de nuestros problemas, o de que todo puede cambiar sin que hagamos ningún cambio en nosotros mismos, ¡nuestras lecturas serán muy decepcionantes! Por lo general, el temperamento o la personalidad del que pregunta están implicados en la lectura, y esto tiene sentido, ya que tú eres, por supuesto, el principal impulsor de los impulsores en tu vida.

Un oráculo no presenta tanto los detalles precisos y concretos de tus circunstancias como el significado de la experiencia y tu respuesta emocional a ella. Una carta de una tirada de tarot no representa tanto a una persona concreta como tu percepción o experiencia de esa persona, porque, sean cuales sean las circunstancias, la forma en que percibes a las personas de tu vida tiene un impacto mucho mayor en el resultado de los acontecimientos que las personas «objetivas» reales. Los acontecimientos no suceden a las personas, sino que las personas suceden a los acontecimientos.

Esto puede ser una noticia molesta e inoportuna, ya que hace recaer sobre ti una responsabilidad que preferirías delegar en otra persona. Sin embargo, también es el principio de la verdadera liberación, ya que es esta responsabilidad la que te convierte en autor de tu destino, en lugar de víctima de unas circunstancias tiránicas.

El agente último del destino es el individuo que ejecuta y pone en práctica el libre albedrío. Los potenciales más fantásticos pueden quedar desatendidos y sin cultivar, por lo que nunca llegarán a nada; y del mismo modo, las debilidades más vulnerables pueden superarse y transmutarse en nuestras fortalezas o logros más preciados. Todo depende de nuestra voluntad de asumir la responsabilidad de nuestra propia vida, prestando atención al modo en que elegimos percibir, enfocar y relacionarnos.

El espejo mágico

Tu enfoque, planteamiento, actitud y percepciones son mutables y, por tanto, cualquier información obtenida de una lectura adivinatoria debe entenderse en términos de posibilidad/probabilidad, más que de certeza o inevitabilidad.

A medida que tu enfoque en cualquier situación se vuelve más consistente, algunos futuros potenciales se vuelven más probables que otros, algunos desaparecerán casi por completo y otros fluctuarán. Es posible que una línea temporal se vuelva tan dominante que sea, prácticamente hablando, una inevitabilidad. Pero nada está grabado en piedra hasta que ya ha sucedido.

Si trabajas para alterar tus percepciones, enfoques y actitudes, alteras las líneas temporales que se constelan en tu futuro. Cambia el «reparto de personajes» de las energías que estás activando, y cambiarás la trayectoria que se desarrollará.

De este modo, la adivinación no consiste tanto en leer el pasado, el presente o el futuro como en leer el Ser. Sólo parece ocuparse de asuntos del «mundo exterior»; el camino de la adivinación conduce al santuario interior del corazón a través del mundo exterior que, al fin y al cabo, no es más que su reflejo.

Las lecturas nos ayudan a intervenir con decisión en los acontecimientos de nuestra vida. Si, al contemplar la pauta que se está desarrollando, no nos gusta hacia dónde parece que nos dirigimos, podemos optar por desistir de un curso de acción. Lo hacemos encontrando la semilla de esa eventualidad futura que está brotando actualmente dentro del Yo y arrancándola de raíz; entonces podemos plantar la semilla de la flor que deseamos que florezca en los jardines de nuestro dominio.