Todos nosotros, en nuestras personalidades conscientes individuales, flotamos como corchos en un mar de luz, y estos corchos tienen cierta porosidad.
Por muy distintos que seamos en nuestras experiencias vitales, temperamentos y condicionamientos, estamos sin embargo unificados en algo que los ocultistas han llamado Alma Mundial o Lado Mental de la Naturaleza, que los científicos han llamado Campo Energético Universal, y que los psicólogos han denominado Inconsciente Colectivo.
Tienes tu propio «ego», la mente racional con facultades de sensación, razón y sus propios recuerdos conscientes; pero hay un aspecto de tu ser que parece estar bastante más allá de ti, desde el que tu conciencia personal individual se eleva como una montaña desde la cordillera que la rodea.
En esta mente colectiva no residen tus propios recuerdos personales, sino los recuerdos de toda la raza humana.
En esta esencia colectiva residen las huellas energéticas de todo lo que ha existido.
Cada guerra, cada boda, cada misterio religioso, cada nacimiento, cada muerte, cada victoria y cada tragedia.
En realidad, el pasado nunca desaparece; todo lo que ha sucedido deja una huella en el mar del inconsciente colectivo, y de este mar sale arrastrándose cada una de nuestras personalidades conscientes.
Algunas personalidades son muy sensibles a este campo energético; podemos decir que en algunas el velo que separa el ego del inconsciente colectivo es más fino o más propenso a abrirse de par en par, inundando la mente consciente con las «imágenes arcaicas» o arquetipos que residen en este estrato de la mente que es común a toda la humanidad.
Tales personas son como esponjas para el entorno astral, percibiendo -lo sepan o no- los residuos de encarnaciones pasadas, las lecciones aprendidas por los antepasados y el recrudecimiento de aquellos temas que se repiten y vuelven a repetirse.
Otros entre nosotros son como la cerámica o la madera dura, casi impermeables a la afluencia de las mareas de este mar, permaneciendo más firme y obstinadamente en la mente objetiva y el mundo físico.
Por muy abiertos que estemos a este «lado interior de la creación», no deja de formar parte de nosotros o, mejor dicho, nosotros formamos parte de él.
El Eterno Retorno
Aunque no se trata en absoluto de una idea moderna o nueva, la noción de inconsciente colectivo la hizo famosa el psicoanalista C.G. Jung.
Jung propuso la idea de las imágenes arcaicas o arquetipos,símbolos primordiales que duermen en los niveles subconscientes de la mente.
Jung observó que una vez que la conciencia normal retrocede, hace que la energía psíquica se libere en el vasto almacén de los niveles subconscientes.
A medida que estas imágenes se activan, tienden a superar el censor del umbral de la mente y emergen en los niveles conscientes.
Esto es lo que ocurre en los sueños y fantasías ordinarios, así como en las visiones místicas, las alucinaciones psicodélicas e incluso los brotes psicóticos.
También es lo que ocurre cuando sentimos cierto tipo de significado «mágico» en un determinado objeto o persona; se proyectan significados especiales en aquellas imágenes que comparten una afinidad con los arquetipos, y esto es lo que suele ocurrir durante una intensa atracción romántica.
Jung se inspiró en esta línea de pensamiento al observar la recurrencia de las historias arquetípicas en todas las culturas a lo largo de la historia.
Hay ciertos patrones que aparecen en cuentos de hadas, historias populares, mitos, rituales religiosos y cosmologías de todo el mundo, a menudo con una similitud asombrosa e inexplicable.
Tropos como el ladrón del fuego, el cazador de dragones, el gran diluvio, la caída del paraíso, los misterios sacrificiales, el nacimiento virginal, la traición del héroe y el desmembramiento ritual aparecen en todos los rincones de nuestro mundo y en todas las épocas.
Pero aún más extraño le resultaba a Jung el hecho de que estas imágenes arquetípicas también se repitieran en los sueños de sus pacientes -con detalles incluso precisos en común con los mitos antiguos- cuando era completamente imposible que el paciente hubiera leído u oído hablar de tales historias.
Jung creía que estas imágenes arquetípicas se articulaban en torno a determinados centros porque retrataban procesos de lapsique humana en forma imaginaria simbólica.
Llegó a la conclusión de que las historias no son tanto expresiones sobre la naturaleza de los seres humanos, ¡sino que la naturaleza de los seres humanos es una expresión de las fuerzas simbolizadas en esas historias!
Figuras como la serpiente, el pez, la esfinge, los animales ayudantes, el Árbol del Mundo, la Gran Madre, el Príncipe Encantado, el anciano sabio, el mago, etc., representan determinadas figuras y contenidos del Inconsciente Colectivo, y estas vastas formas de pensamiento colectivo están cargadas con la energía emocional de sus creadores.
Esta energía almacenada está a disposición de cualquier miembro individual del grupo, hecho que aprovechan magos, monjes, sabios e incluso el propio Jung.
Irónicamente, la naturaleza del Inconsciente Colectivo le fue explicada a Jung en un sueño por el filósofo helenístico Filemón.
Como escribe Jung en Recuerdos, Sueños y Reflexiones » Su figura se me apareció por primera vez en el siguiente sueño.
Había un cielo azul como el mar cubierto no por nubes, sino por terrones de tierra plana y marrón.
Parecía como si las nubes se deshicieran y el agua azul del mar se hiciera visible entre ellas.
Pero el agua era el cielo azul.
De repente apareció por la derecha un ser alado que surcaba el cielo.
Vi que era un anciano con cuernos de toro.
Sostenía un manojo de cuatro llaves, una de las cuales aferraba como si estuviera a punto de abrir una cerradura.
Filemón y otras figuras de mis fantasías me hicieron comprender la idea crucial de que hay cosas en la psique que yo no produzco, sino que se producen a sí mismas y tienen vida propia.
Filemón representaba una fuerza que no era yo mismo.
En mis fantasías mantenía conversaciones con él y me decía cosas que yo no había pensado conscientemente.
Pues observé claramente que era él quien hablaba y no yo.
Dijo que yo trataba los pensamientos como si los hubiera generado yo mismo, pero en su opinión los pensamientos eran como los animales en el bosque, o las personas en una habitación, o los pájaros en el aire, y añadió: «Si vieras personas en una habitación, no pensarías que tú las has creado o que eres responsable de ellas»». Existe una distinción entre tú y el objeto de tu pensamiento.
Hay algo en ti que puede decir cosas que tú no sabes ni pretendes.
Hay mundos de sabiduría dentro de ti que han tardado siglos en acumularse.
¿Estás escuchando?
Mary West is a metaphysician, writer, astrologer, and Magician. She teaches her students how to work with astral energy to enhance personal power, growth, productivity, and illumination.