9 octubre 2024
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El sistema de chakras y el Árbol de la Vida

El sistema de chakras y el Árbol de la Vida

Los distintos niveles del aura, desde el centro hasta el perímetro, desde encima de la cabeza hasta debajo de los pies, y desde delante hacia atrás, tienen correspondencias con toda la gama de experiencias de la psique humana, tanto a través de los distintos niveles de conciencia como físicamente, a través del tiempo y del espacio. Las religiones, las filosofías espirituales y las escuelas místicas han desarrollado símbolos que representan estos niveles del ser. El sistema de Chakras de la tradición oriental del yoga y el Árbol de la Vida de la Cábala son dos símbolos de este tipo, cada uno de los cuales muestra centros de poder superpuestos en el campo energético humano. Estos símbolos nos proporcionan una especie de álgebra del alma, mediante la cual no sólo podemos concebir las cosas del misticismo superior, sino también maniobrarlas y manipularlas.

Estos vórtices corresponden a distintos niveles de conciencia y a sus correspondientes planos de manifestación. Si un centro determinado está despierto y en funcionamiento, formará un canal de entrada en el plano interior correspondiente, y entre la función interior de la mente y su esfera natural de vida habrá una correspondencia equilibrada y saludable.

Estos centros de energía en realidad no existen anatómicamente, pero la experiencia demuestra que un practicante debidamente entrenado puede, mediante la visualización de estos centros de energía en el doble etérico, inducir el flujo y concentrar la fuerza magnética en estos lugares.

Curiosamente, estos centros se corresponden aproximadamente con las glándulas del sistema endocrino; por lo tanto, la estimulación de los centros tiene marcadas implicaciones de las hormonas segregadas en la sangre. Éste puede ser el secreto que subyace a la antigua concepción de la sangre como receptáculo de la mente.

Fundamentos de la vida

Hay mucho en común entre las concepciones oriental y occidental del aura. Ambas escuelas sostienen que la energía alimenta el aura desde dos fuentes: la energía espiritual desde arriba y la energía elemental desde abajo.

Ambas escuelas coinciden también en que este cuerpo etérico o aura es el vínculo entre la mente y la materia. Así pues, en cada tradición, el cultivo y acondicionamiento del aura es primordial, ya que el aura es la clave de la salud y el poder físicos, emocionales, psicológicos y espirituales. Quien es dueño de su propia aura, se dice, es dueño de todo el universo.

La tradición oriental utiliza el yoga con este fin, tratando de afectar a las corrientes de energía mediante un régimen de dieta y postura estrictas. Las técnicas del yoga también manipulan la mente subconsciente mediante la visualización de las corrientes etéricas en el aura, y por estos medios un yogui puede conseguir el control consciente de funciones normalmente automáticas, como los latidos del corazón y la respiración.

El yoga tiene efectos tremendos tanto sobre la mente como sobre el cuerpo, pero los mayores resultados de este trabajo no son meramente físicos ni meramente psicológicos; de hecho, mediante el yoga se abre todo el ser al psiquismo superior y a la experiencia mística.

La tradición occidental utiliza la meditación de forma ligeramente distinta con los mismos fines, induciendo cambios en los estados de conciencia mediante técnicas de visualización. La meditación se utiliza como una práctica de pensamiento concentrado y dirigido, diseñada para construir una actitud mental que pueda mantenerse y sostenerse en la mente con una intensa concentración. La imaginación mágica se entrena para inducir estados ampliados de conciencia dentro de los cuales se accede al mismo poder infinito que está a disposición de los más grandes yoguis.

Loto de Oriente

Sin embargo, existen diferencias fundamentales en los objetivos de los yoguis de Oriente y los cabalistas de Occidente. Esto se ejemplifica en el posicionamiento de ciertos centros psíquicos, así como en la postura principal de meditación.

El glifo oriental tradicional muestra a una persona sentada con las piernas cruzadas y siete lotos o ruedas que caen a lo largo de la línea central de su cuerpo. El Chakra inferior, conocido como Raíz, se encuentra en la base de la columna vertebral, y el más elevado, conocido como Corona, está situado en la parte superior de la cabeza.

Se considera que el chakra Raíz es el chakra basal de todos, desde el que se invoca la fuerza dormida de la kundalini. Mediante esa fuerza se vivifican todos los demás chakras.

El yogui oriental medita en posición de loto, con los pies recogidos de modo que estén en estrecho contacto con la base de la columna vertebral o físicamente por encima de ella. Esto cierra eficazmente el circuito de la energía elemental de la tierra con el fin de abrirse exclusivamente a las fuerzas espirituales superiores.

El objetivo es elevar la kundalini desde el chakra Raíz, lo que conduce a una apertura espectacular de la conciencia, ya que la fuerza primordial del aura se sublima de lo físico a lo espiritual. Esta técnica es bastante eficaz, pero exige un régimen estricto de reclusión y restricción.

Rosa del Oeste

El Árbol de la vida, por su parte, muestra un conjunto de diez centros de poder en una triple columna. El centro superior, también conocido como la Corona, está fuera del cuerpo, sobre la cabeza, mientras que el chakra inferior, correspondiente a la Tierra o esfera de los cuatro elementos, se muestra también fuera del cuerpo, bajo los pies.

Al iniciado occidental se le muestra de pie, erguido, recibiendo una corriente del aura terrestre inferior, que asciende al sistema áurico personal, al tiempo que recibe otra corriente desde arriba, representando en cada caso un vínculo con la objetividad o lo Universal. Ninguno de los dos centros «pertenece» al individuo, como los chakras Raíz y Corona; son, en cambio, puntos de acceso a bandas transpersonales de energía exteriores al individuo a las que éste «se conecta», y de donde recibe la fuerza vital.

El centro Lunar es el centro más bajo que cae dentro del cuerpo, y se muestra en la base de la columna vertebral. La corriente derivada del aura terrestre asciende directamente al centro lunar en el plexo sacro, y es allí donde el flujo magnético se hace personal para el individuo.

El centro lunar es un transformador de la energía elemental universal en magnetismo personal. En el aura, es el centro psíquico asociado a los órganos sexuales, por lo que la energía se manifiesta como impulsos, necesidades y apetitos primordiales.

Para concluir

Mientras que en la concepción oriental, la «kundalini» o energía primordial dormita en el Chakra Raíz, es decir, dentro del campo energético del individuo, en la concepción occidental, esta energía se recoge de la propia tierra, y luego se transmuta en energía sexual. Desde ahí, la energía debe elevarse aún más hasta el centro del corazón, es decir, desde el magnetismo personal y sexual hasta el punto medio, mediante el cual, a través de la construcción de imágenes sujetas a la voluntad, puede controlarse conscientemente y dirigirse hacia objetivos más elevados del espíritu.